Impacto de las lluvias en la Campaña de Cereza 2025 de la Ribera de Navarra
La campaña de cultivo de cereza de 2025 ha presentado un escenario de contrastes en la Ribera de Navarra, marcado por la influencia de las condiciones meteorológicas, especialmente las lluvias. Carlos Marzo, responsable de fruticultura de INTIA nos cuenta cómo se ha desarrollado:
¿Cómo ha comenzado la campaña de cereza?
Durante la campaña 2025 en la Ribera, a diferencia de la zona de Etxauri, se mantuvo unos días de calma ya que durante la floración las lluvias no han sido tan persistentes y tan fuertes y hubo un buen cuajado, quizás no un cuajado al 100% como pudo haber en otras campañas, pero sí que hubo un cuajado interesante.
A partir de marzo, el año 2025 ha sido extremadamente lluvioso. Si tenemos en cuenta la precipitación del 1 de enero al 15 de mayo, de 2025 y la comparamos con el mismo periodo de días en 2024, las lluvias en la zona de la Ribera de Navarra han sido un 20% superiores. En un cultivo como la cereza, esto es determinante por las enfermedades como monilia que afectan desde los momentos de floración y, sobre todo, cuando se va acercando el momento de recogida que es un momento clave, puesto que la diferencia varietal de que tenemos hace que la campaña de recogida se extienda desde finales de mayo hasta finales de julio.
¿Cómo afecta la lluvia a la de cereza?
No todas estas variedades son iguales. Hay variedades sensibles como puede ser Nimba, o hay variedades menos sensibles como que puede ser Frisco que marcan la diferencian el rajado de los frutos que técnicamente denominamos cracking, que es la acumulación repentina por episodios intensos de lluvia de agua en el fruto, que provoca que el crecimiento celular sea diferente al crecimiento celular normal de la cereza, provocando que se formen grietas en los frutos.
¿Qué se recomienda desde INTIA hacer para el cuidado de la campaña de cereza?
Una técnica cultural sería eliminar estos frutos para evitar que este inóculo de monilia afecte a los frutos sanos que van a ser recogidos en los próximos días. Pero lo más recomendable es partir de una buena poda. La poda empieza en el mes de verano, en junio o julio, dependiendo de las variedades. Una vez han sido recolectadas, hacemos una poda en verde. Con esa poda en verde provocamos que las yemas de madera y las yemas de flor se fructifiquen y se empiece a iniciar lo que es el proceso de fructificación para la campaña siguiente.
En invierno se vuelve a hacer una poda invernal en la cual se escogen las mejores ramas y se busca que los frutos queden expuestos al sol y que y que tengan una mejor de fruta. Durante la floración, si la carga de flor es muy alta, no solo se hacen tratamientos fitosanitarios, sino que también se realiza un aclareo de flores. Posteriormente, unos 30 días después de floración, se hace un aclareo de frutos y, a partir de ahí, se van haciendo diferentes aplicaciones de calcio, bien sea a través del riego o calcio foliar con productos autorizados en el cultivo de manera que se proteja.
¿Y qué se puede hacer en campañas como la actual?
Cuando tenemos una campaña como esta en la que hace apenas 6 días en algunos pueblos de la zona de la Ribera han caído entre 30l. y 50 l. unidos a granizo, aunque ese granizo no era un granizo seco, es decir, que venía acompañado de agua mezclada con pequeñas piedritas de granizo, ha provocado que toda ese agua que absorba de repente el cultivo y llegue tan rápido que el fruto no sea capaz de asimilarla estalle formando unas rajas como las que se ven en muchas zonas de la Ribera.